Sintra es casi visita obligada si estás un par de noches en Lisboa. Muy verde, con zonas elevadas que te regalan divinas vistas al mar además de un casco antiguo lindísimo y cantidad de palacios muy particulares para visitar. Nos tocó un día increíble de cielo super azul y lo disfrutamos muchísimo!


Sintra está muy cerquita de Lisboa, son unos 20 km que se pueden recorrer en auto propio o transporte público. Su parte moderna es un poco ciudad dormitorio de Lisboa y la verdad, yendo por el día hay tanto para ver en su casco antiguo que no creo nadie visite esa zona.
La parte antigua del pueblo tiene las características tiendas turísticas y cantidad de restaurantes y cafecitos, todo suspendido en las faldas de la Sierra. Es pequeño, con simpáticas callecitas que junto a sus increíbles Palacios, hizo que Sintra sea declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.



Como les conté en los posts anteriores de Lisboa, nosotros estábamos en auto. Como llegamos bastante temprano, conseguimos estacionar en la calle, algo no tan fácil seguramente en temporada alta o si llegan más tarde. En la oficina de Turismo, a pocos metros del Palacio Nacional de Sintra (el de las chimeneas blancas) pueden comprar las entradas para los palacios que son patrimonio Nacional (no privados). Hay muchos, cerca del centro histórico y algunos más alejados. En un día, no creo puedan hacer más que tres visitas así que a tenerlo en cuenta para seleccionar qué quieren ver.
Nosotros habíamos decidido visitar el Palacio da Pena, el Nacional y la Quinta da Regaleira (este último es privado, la entrada se compra en la misma Quinta).

Desde el casco antiguo, parten autobuses que te llevan a los diferentes castillos. Consulten donde compran las entradas, dependiendo lo que tengan planeado hacer, qué bus tomar. El Palacio da Pena y el Castelo dos Mouros están ubicados en lo alto de la colina, y cuando digo alto, es alto! Así que tomen el bus, porque después queda una buena trepada que hacer a pie!
Del Castillo de los Moros quedan pocas ruinas y lo que más valen son las vistas... nosotros lo obviamos y fuimos directo al Palacio da Pena 


El Palacio es algo increíble, por momentos te parece que estás en la deco de una torta de cumple barroca, en un cuento de princesas y dragones o... no sé! es muy loca su arquitectura, su deco, sus colores intensos... tan loco como atractivo tanto exteriormente como en su interior. Ya ir llegando, te quita el aliento, y no es sólo por la trepada.





Fue construido en la primera mitad del siglo XIX como residencia de verano de la familia real portuguesa sobre las antiguas ruinas de un monasterio. Durante la visita se puede ver cómo eran las estancias y decoración típica de un palacio de verano en el siglo XIX y, además, podremos disfrutar de unas vistas impresionantes de toda la Sierra de Sintra y sus alrededores (en los días claros, incluso podemos distinguir Lisboa a lo lejos) y de un jardín que pocos visitan por falta de tiempo, pero que se adivina increíble.





Tanto el Palacio como el parque que lo rodea son fruto del genio creativo de D. Fernando II,  máximo exponente del romanticismo del siglo XIX en Portugal, con referencias arquitectónicas de influencia manuelina y morisca. El palacio fue construido de forma que se viera desde cualquier punto del Parque, un conjunto de bosque y jardines exuberantes con más de quinientas especies de árboles oriundos de las cuatro esquinas del mundo. El interior es tan increíble como el exterior, con salas y ambientes para lo que se te ocurra: una para leer, otra para fumar, esta para tomar el té... 


Mi preferida fue la luminosa cocina, con cantidad de utensillos de cobre y una luz increíble!




Desde la zona de parking donde nos dejó el bus en el que llegamos, parte el bus que baja nuevamente al pueblo. Una vez allí, decidimos visitar el Palacio Nacional, el más céntrico de todos y como les comenté, el de las inconfundibles chimeneas blancas.



No esperaba mucho, pero la verdad nos gustó: hay techos artesonados y azulejos muy bellos.





La cocina, desde la que se elevan las chimeneas no es tan linda como la del Palacio da Pena, pero tiene su encanto también.



Hicimos un picnic improvisado bajo los árboles mientras reponíamos fuerzas para seguir.
Nuestro próximo destino era la Quinta da Regaleira, una villa neo-manuelina, que lleva este estilo al límite. A pesar de ser bastante dramática por fuera, dicen que es bastante cálida por dentro. De todos modos, hay cantidad de símbolos mitológicos y de la orden de los templarios que hacen interesante la visita, además de recorrer los jardines que se veían sumamente tentadores.
Lamentablemente, no tuvimos la suerte de ver todo eso con nuestros propios ojos. Luego de caminar unos 800 metros desde el centro histórico en dirección a la Quinta, descubrimos gente agolpada en la zona de acceso. Primero dijeron que volvían a abrir en 20 minutos, pero eso nunca sucedió y finalmente informaron que habían decidido cerrar más temprano... que volviéramos mañana. Para la mayoría de los que estábamos ahí, no había opción de mañana, así que nos fuimos con bastante bronca y esta foto desde afuera.


A pesar de caminar por estas callecitas divinas mientras íbamos a buscar el auto, el mal humor/desilusión de la visita truncada, no se iba fácil.



Un clásico de la visita a Sintra es llegarse hasta el Cabo da Roca, atravesando la Sierra de Sintra. Ese trayecto hacia el mar nos fue quitando el mal humor... y al llegar, lo que quedaba, se lo llevó el viento.



En estos espectaculares acantilados de 140 m de altura se encuentra el Cabo de Roca, el punto más occidental de Europa. Digamos que desde este punto, es donde más cerquita de América estás pisando el Viejo Continente :)
Hay mucho mucho viento, pero es posible encontrar lugarcitos al reparo para sentarte entre las rocas y dejarte llevar por la belleza de este lugar. 




El Cabo da Roca es tan lindo, como los caminos que te conducen desde y hacia Sintra, con cantidad de casas y mansiones divinas, todo super verde... es realmente divino!


Volviendo a Lisboa, una buena idea es pasar por Cascais y Estoril.
Cascais es un pequeño y tranquilo pueblo que pasó de ser un puerto de pescadores a un lugar de segundas residencias y casas de veraneo de las clases altas. Paseando por su tranquilo centro podemos encontrarnos algunas de estas mansiones, además de playas pequeñas muy lindas.
Un clásico es ver el atardecer en Boca do Inferno, una zona de acantilados a pocos km del centro de Cascais. En Junio los días son tan largos que para la hora del atardecer ya estábamos cenando en uno de los tantos lindos restaurantes del centro del pueblo, pero nos encantó recorrer un poquito de Cascais.




Realmente vale la pena dedicarle un día completo a Sintra. Ya sea por el encanto de sus Palacios como por sus serpenteantes y verdes caminos, es una gran gran idea. A nosotros nos encantó!


Buen Lunes!



Más info:

- Además de los Palacios que visitamos (y el que nos quedó pendiente) recomiendan el Convento dos Capuchos y también el palacio de la vecina ciudad de Queluz.
- Si no están en auto, hay autobuses circulares que conectan el centro de Sintra con la estación y también con Cascais.