Paseando con mis papás por el Mercado de Maschwitz vi este cartel y supe que tenía que ser mío! Fue regalito de ellos y amo verlo en mi jardín, no sólo porque me parece estéticamente lindo, que tiene onda y porque está en Francés :) Sobre todo porque realmente creo que La Vida es Bella.
A poco de cambiar de calendario y cumplir otro año más de vida, este 2016 me regaló aprender que la vida no es justa, no es perfecta. Pero así y todo... La Vie est Belle!


Si bien mi 2016 fue un año mucho más tranquilo que el 2015 y con cantidad de momentos felices, tuve mis momentos tristes o con angustia por diferentes causas. Hubo gente muy cercana que perdió a seres queridos, temas de salud aquí y allá, algunas frustraciones, toma de decisiones, stress... la vida misma como quién dice, no? Y siempre que (te) pasa algo la pregunta es Por qué a mi? 
Las mejores respuestas que encontré después de un poquiiito más de 4 décadas de vida son: ¨Por qué NO a mí?¨ y ¨la vida no es justa, Vero¨ (el último psicóloga´s dixit). No digo que sean frases mágicas, ni que sea más fácil. Pero quizás nos ahorramos las preguntas y nos podemos concentrar en sobreponernos, en atravesar el dolor o la tristeza y mientras tanto, disfrutar de las mini o grandes alegrías, que en mi caso agradezco fueron tantísimas en este 2016! 
Justamente esto es lo segundo que vi un poco más claro este año: la alegría no es enemiga de la tristeza. De hecho, parece que la mayor parte del tiempo conviven :) El tema, como siempre, es donde hacemos foco. Todo es una cuestión de actitud!

Mi deseo para el 2017 es que todos podamos sortear lo que nos toque de la mejor manera y que nos permitamos disfrutar de pequeños instantes de alegría tanto como de los momentos más felices, que ojalá sean muchos muchos!

Este querido blog e Instagram son grandes aliados a la hora de hacer foco en pequeños bellos instantes. Gracias por compartirlos conmigo!


Muy Feliz 2017 Amigos! Que empiecen con todo, La Vie este Belle!

mágico Arco Iris del atardecer de Navidad

** De yapa/regalito de Fin de Año, esta reflexión que me llegó por varios lados. Es de un gran sabio, el monje Mamerto Menapace. Escucho/leo sus cuentos y reflexiones desde chica y siempre siempre te dejan una sonrisa en el alma. 
"Mi percepción a medida que envejezco es que no hay años malos. Hay años de fuertes aprendizajes y otros que son como un recreo, pero malos no son. Creo firmemente que la forma en que se debería evaluar un año tendría más que ver con cuánto fuimos capaces de amar, de perdonar, de reír, de aprender cosas nuevas, de haber desafiado nuestros egos y nuestros apegos.
Por eso, no debiéramos tenerle miedo al sufrimiento ni al tan temido fracaso, porque ambos son sólo instancias de aprendizaje.
Nos cuesta mucho entender que la vida y el cómo vivirla depende de nosotros, el cómo enganchamos con las cosas que no queremos, depende sólo del cultivo de la voluntad.
Si no me gusta la vida que tengo, deberé desarrollar las estrategias para cambiarla, pero está en mi voluntad el poder hacerlo.
Ser feliz es una decisión, no nos olvidemos de eso.
Entonces, con estos criterios me preguntaba qué tenía que hacer yo para poder construir un buen año porque todos estamos en el camino de aprender todos los días a ser mejores y de entender que a esta vida vinimos a tres cosas: A aprender a amar, a dejar huella y a ser felices.
En esas tres cosas debiéramos trabajar todos los días, el tema es cómo y creo que hay tres factores que ayudan en estos puntos:
Aprender a amar la responsabilidad como una instancia de crecimiento. El trabajo, sea remunerado o no, dignifica el alma y el espíritu y nos hace bien en nuestra salud mental. Ahora el significado del cansancio es visto como algo negativo, de lo cual debemos deshacernos, y no como el privilegio de estar cansados porque eso significa que estamos entregando lo mejor de nosotros. A esta tierra vinimos a cansarnos...
Valorar la libertad como una forma de vencerme a mí mismo y entender que ser libre no es hacer lo que yo quiero. Quizás deberíamos ejercer nuestra libertad haciendo lo que debemos con placer y decir que estamos felizmente agotados y así poder amar más y mejor.
El tercer y último punto a cultivar es el desarrollo de la fuerza de voluntad, ese maravilloso talento de poder esperar, de postergar gratificaciones inmediatas en pos de cosas mejores. Hacernos cariño y tratarnos bien como país y como familia, saludarnos en los ascensores, saludar a los guardias, a los choferes de los micros, sonreír por lo menos una o varias veces al día. Querernos. Crear calidez dentro de nuestras casas, hogares, y para eso tiene que haber olor a comida, cojines aplastados y hasta manchados, cierto desorden que acuse que ahí hay vida.
Nuestras casas, independientes de los recursos, se están volviendo demasiado perfectas que parece que nadie puede vivir adentro.
Tratemos de crecer en lo espiritual, cualquiera sea la visión de ello. La trascendencia y el darle sentido a lo que hacemos tiene que ver con la inteligencia espiritual.
Tratemos de dosificar la tecnología y demos paso a la conversación, a los juegos “antiguos”, a los encuentros familiares, a los encuentros con amigos, dentro de casa. Valoremos la intimidad, el calor y el amor dentro de nuestras familias.
Si logramos trabajar en estos puntos y yo me comprometo a intentarlo, habremos decretado ser felices, lo cual no nos exime de los problemas, pero nos hace entender que la única diferencia entre alguien feliz o no, no tiene que ver con los problemas que tengamos sino con la ACTITUD con la cual enfrentemos lo que nos toca.
Dicen que las alegrías, cuando se comparten, se agrandan. Y que en cambio, con las penas pasa al revés. Se achican.
Tal vez lo que sucede, es que al compartir, lo que se dilata es el corazón. Y un corazón dilatado esta mejor capacitado para gozar de las alegrías y mejor defendido para que las penas no nos lastimen por dentro."